domingo, 28 de abril de 2013

El faro del fin del mundo




Allá abajo, en el culo del mundo, donde el continente se termina o ya se terminó. Allá, bien lejos, pasando Ushuaia, la ciudad del fin del mundo donde está la cárcel del fin del mundo, el tren del fin del mundo, el museo del fin del mundo, el carrusel del fin del mundo y hasta un autodenominado vendedor de pop del fin del mundo. Allá, donde todos los nombres tienen el mismo remate, está el faro en cuestión.

Ushuaia es la última ciudad del continente. "Fin del mundo, principio de todo"; es su lema. Es la capital de la provincia argentina de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur; provincia cuya bandera es demasiado parecida a la del primer shopping montevideano, es decir que alguien se inspiró de forma sospechosa.


Desde el puerto de esa ciudad austral salen diariamente excursiones que llevan turistas de todo el planeta a fotografiarse frente a un faro ubicado en un pequeño islote del Canal de Beagle, luego de hacer lo mismo en otro islote con lobos marinos y antes de ir hasta una isla poblada por simpáticos y pequeños pingüinos de Magallanes.

Tanto las excursiones que organizan las agencias de viaje locales, como los souvernirs que se venden a lo largo de la turística calle San Martín, lo llaman "el faro del fin del mundo". Aunque le erran el bizcochazo, seguramente de forma intencional para vender más boletos.

El verdadero faro del fin del mundo, el que inspiró la novela homónima de Julio Verne, era otro. No estaba muy lejos, pero no es ese ni estaba ubicado ahí. El que actualmente todos los turistas van a fotografiar se llama Les Éclaireurs, (Los iluminadores, en francés) pues así se llama el conjunto de islotes donde está asentado.

Este faro comenzó a funcionar el 23 de diciembre de 1920 y lo continúa haciendo al día de hoy. Tiene 11 metros de altura y emite una luz de color blanco y rojo cada 5 segundos.

Dicen por ahí que cada faro es único, distinto al resto, para que los navegantes puedan ubicarse con certeza. Puede ser diferente por su arquitectura, pero más que nada cada faro se identifica por los colores de su luz y los segundos que esta tarda en repetirse. Pero también por los colores con que está pintado. Y lo que son las casualidades: he aquí que el famoso faro del fin del mundo -rojo, blanco y rojo a franjas horizontales- tiene la enorme virtud de lucir la gloriosa camiseta welcomense.