miércoles, 27 de mayo de 2015

Esas islas



En el mundo hay muchas islas.

Islas, islitas, islotes e islotas.

Australia es la más grande. Groenlandia es conocida por ser la tierra de los esquimales y sus iglús. La Martín García fue fuente de disputa entre los países rioplatenses. La isla del Tigre se supone que tenía un tigre. La de Ratas es la única que hay en la Bahía de Montevideo. La Rey Jorge es la que alberga a la Base Científica Artigas. En Madagascar está el hermoso camaleón pantera. Mauricio es una isla con nombre de amigo. Utopía es una isla imaginaria.

Cada una es distinta o especial por algo.

A estas en cuestión se las puede ubicar en un planisferio sin mayor dificultad, siguiendo sus coordenadas, 53º58'S 37º29'O, pero no sirve de mucho. Para divisarlas hay que afinar la vista un poquito al norte de la isla principal de las Georgias del Sur, archipiélago que integran estas islas.

A ojo de mal cubero se diría que están a la misma distancia de las Malvinas que de la Antártida, casi perdidas en el medio del Atlántico Sur.

Son apenas cuatro pequeñas islas rocosas principales y otras menores. Ahí no vive nadie. A lo sumo de vez en cuando pasa algún barco pesquero. Hay un frío de muerte, no solo por la latitud en que están ubicadas sino por los fuertes vientos que llegan desde el continente blanco.

El primer europeo que estuvo por ahí, y por otros tantos lados, fue el capitán inglés James Cook, allá por 1775. Tal vez anduvo cerca antes Américo Vespucio y algún otro, pero no hay certeza. Los que más se interesaron por la zona fueron los balleneros que alguna vez se instalaron en las islas vecinas más grandes.

En cuanto a flora y fauna, más o menos lo mismo que se puede encontrar en la Antártida. Vegetación casi nula. A lo sumo alguna hierba o musgo. En materia de animales tal vez algún que otro lobo o elefante marino, pingüinos y pájaros como el petrel o la paloma antártica.

Ahora pertenecen al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, dentro del Territorio Británico de Ultramar de las islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur, aunque las reclama Argentina, quien las reivindica como parte de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. De hecho en 1982, durante la guerra de las Malvinas, la armada argentina atacó y se apoderó de las Georgias del Sur, pero poco tiempo después la marina británica retomó el control que mantiene hasta el presente.

Lo dicho en un principio. En el mundo hay muchas islas, islitas, islotes e islotas. Cada una es distinta o especial por algo.

-Veo veo.
-¿Qué ves?
-Unas islas que empiezan con W y terminan con E. Nombre rojo, blanco, rojo, de siete letras. 

viernes, 13 de junio de 2014

Más, nadie, nunca



Fue el 27 de julio de 1993 en Salamanca, como la primera vez. Comenzó saltando 2,23, después 2,32 y siguió con 2,38. Entonces pidió que colocaran el listón a 2 metros y 45 centímetros de altura. Nunca nadie había saltado tanto. Ni siquiera él.

"La carrera y la batida fueron tremendas", relata el diario español El País en su crónica. "Se elevó oblicuo a la varilla, dobló la espalda y tocó el listón con la parte dorsal. Las piernas pasaron después de un extraordinario golpe de riñones. Aunque la varilla se tambaleaba, el saltador cubano estaba seguro de que no caería. Salió como un huracán de la colchoneta y se abrazó con (su entrenador) Guillermo de la Torre. Acababa de batir el récord y de recobrar todo el poderío de sus mejores días".

Esa marca de 2,45 metros continúa vigente casi 21 años después. Le han estado cerca, a un centímetro, pero todavía resiste el paso de los saltos ajenos. Es probable que algún día la superen, pero hasta ahora eso no ha ocurrido.

"Con toda seguridad no me voy a sentir bien, no lo voy a disfrutar, esa es la verdad. Pero pasarán los días y volveré a aceptar que los récords están para batirse", reconoció el propio Javier Sotomayor hace algunos meses al diario Granma.

Dos décadas después, el cubano Sotomayor (Matanzas, 1967) sigue siendo el hombre que se elevó más alto en toda la historia de la humanidad. No sólo a nivel absoluto, sino también en pista cubierta, en juveniles y panamericanos. Todos estos listones aún perduran, insuperables para el resto de los mortales.

Su primer récord mundial absoluto ocurrió en 1988 en Salamanca (España) cuando superó por un centímetro la marca capicúa del sueco Patrik Sjöeberg, al saltar 2,43 metros. Por entonces Sotomayor tenía 20 años de edad. Cuatro años antes había batido el récord mundial juvenil con 2,33 metros.

En 1989 mejoró su propia marca al saltar 2,44. Luego sufrió una lesión en un pie que lo alejó de las pistas por un tiempo. Regresó, al igual que los triunfos y las medallas. Hasta la marca imbatible. Hasta esa vez única. Ver para creer. Un hombre que viene corriendo y se eleva casi dos metros y medio sólo impulsado por su cuerpo.

En el ocaso de su inigualable carrera la misma se vio manchada por un antidoping positivo en los Juegos Panamericanos de 1999; fue el primero. En su orina se encontraron restos de cocaína. Su defensa dijo que había tomado té de coca para el dolor de estómago. Le cayeron dos años de suspensión que luego se acortaron la mitad. Regresó a las pistas y compitió hasta 2001.

Ese año, el día de su cumpleaños, luego de participar por sexta vez en un campeonato mundial de atletismo anunció su retiro. Era 13 de octubre; un buen día para que nazca un campeón.


El salto: https://www.youtube.com/watch?v=rOWoz8u1oMU

martes, 18 de marzo de 2014

Copas sobran



Era un boliche de barrio, de pueblo, de La Paz. Estaba ubicado en una esquina de Rincón y César Mayo Gutiérrez, a un par de cuadras del puente por el cual la ruta 5 vieja cruza el arroyo Las Piedras y une los dos departamentos más poblados del país. 

Era uno de esos boliches casi detenidos en el tiempo. Humo de tabaco. Truco. Tute cabrero. Algún perro en la vuelta. Los tres o cuatro parroquianos de siempre aguantando el mostrador. El Viejo Fuentes. De esos veteranos que se diría que marcan tarjeta. El Negro Chagas. De los que piden las primeras copas de la mañana y apuran las del estribo mientras el comerciante empieza a bajar la cortina. 

Nelson lo regenteó a partir de 1970, manteniendo el nombre que el lugar tenía desde más o menos una década atrás. Siete letras grandes pintadas sobre la puerta de ingreso.

El bar era lugar de reunión para el vecindario. Tenía cuadro de fútbol que competía a nivel barrial y en alguna ocasión también se animaron con el básquetbol y el vóleibol. Incluso durante un par de años -1980 y 1981- se dio el lujo de tener tablado propio. 

Nada se sabe si en aquellas lides deportivas obtuvieron algún título, ni cómo era la camiseta que lucían - si es que siempre fue la misma-, pero está claro que en aquel cuadro copas sobraban.

Hasta mediados de los '80 Néstor estuvo al frente del comercio, que luego de algunos años más terminó cerrando. 

Muchos almanaques después el nieto de aquel servidor público -purrete que se crió rodeado de aquellas mesas e historias- lo inmortalizó en una canción que resultó ser la ganadora en la categoría Mejor Canción Inédita del noveno concurso de canto latinoamericano Guitarra Negra, organizado por la Intendencia de Montevideo en 2013.


Cada vez que la toca con su grupo Paranautas aclara lo mismo, que la canción habla del bar de su abuelo, no del club de básquetbol capitalino. Es que el nombre de la canción -"Los del Welcome"- lleva a la confusión. Y sus versos también: "Y en en el estaño desfilan copas, que en cámara lenta, nublan los sueños, de los del Welcome".



pd: https://www.youtube.com/watch?v=jE6D1P4dl7g

viernes, 25 de octubre de 2013

Tungsteno




"Este metal es fundamental para entender las sociedades modernas. Sin él no se podría producir de una forma económica todas las máquinas que nos rodean y las cosas que se pueden producir con ellas". Eso dice la Wikipedia del tungsteno, sin embargo para la mayoría de los mortales sólo es uno de los tantos elementos de la tabla periódica que había que fumarse en clase de Química.

Según parece está presente en muchas cosas. El ejemplo más simple son las lamparitas de luz, pues de ese material está hecho el frágil filamento que ilumina. También se lo utiliza en la elaboración de bujías, instrumentos odontológicos, puntas de lapiceras, puntas de proyectiles antitanque, brazaletes, anillos, relojes y plomadas para pescar.

Parafraseando la Wikipedia se puede decir que el tungsteno es un metal escaso, de color gris acerado, muy duro y denso, que se encuentra en forma de óxido y de sales combinado con otros elementos en ciertos minerales,. Además es el metal que tiene el punto de fusión más elevado y el elemento que tiene el punto de ebullición más alto.

Más allá de aprovechar la ocasión para desasnar un poco, seguramente a la mayoría el tungsteno solo le retrotrae a la dichosa tabla periódica de los elementos conformada por decenas cuadraditos de colores con letras grandes y números casi minúsculos. En contadas ocasiones, algunos de esos símbolos persisten en la memoria a fuerza de hacer crucigramas.

Pero hete aquí que si uno observa todos los símbolos de la citada tabla y pretende deducir cuál le corresponde al elemento referido, seguramente nunca llegue a la solución correcta. Sucede que el símbolo en cuestión no sólo no empieza con T, sino que no tiene ninguna de las letras de su nombre, aunque esta afirmación es un poco tramposa.

Ocurre que el tungsteno tiene dos nombres. O tenía. O tiene. Es algo que todavía está en discusión. Aunque desde 2005 la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC) sólo admite tungsteno, hay quienes siguen utilizando su otro nombre, de origen alemán, a diferencia del primero que proviene del sueco.

Mientras que tungsteno se afincó en Francia e Inglaterra y desde ahí se propagó a gran parte del planeta, parecería que el nombre alemán solo se extendió a España y luego al resto de países de habla hispana.


Es por eso que si uno intenta deducir cuál es el símbolo del tungsteno viendo la tabla periódica difícilmente llegue a él. Salvo que siga el camino teutón, ya que en dicho país el nombre inicial fue wolfram, que se castellanizó como volframio o wolframio. De ahí que en la tabla periódica no existan dudas. Se llame como se llame, el elemento número 74 tiene la inmensa fortuna de disponer del mejor símbolo de todos. Como dice la canción: ¡Y ya lo vé, y ya lo vé, acá está la W!

viernes, 18 de octubre de 2013

El 561(*)








Puede ser cualquier día, pero si es por elegir, un lunes pasada la medianoche. Estar en 18 de Julio y que aparezca pronto el 188 es una gran suerte. Subir y pedirle al guarda "uno común" es la confirmación del regreso al hogar dulce hogar. Es el principio del fin de una jornada muy larga. Demasiado larga para ser la del primer día laborable.

Después de sacar el boleto, meter el cambio en algún bolsillo, buscar asiento y acomodarse junto a la ventanilla, viene la frutilla de la torta.

Lo primero que llama la atención es el gran escudo que ocupa todo el vidrio a espaldas del chofer. Luego múltiples pegotines rodeando a los dos trabajadores del transporte capitalino. Después la vista sabe lo que tiene que hacer: buscar a Tribilín.

El muñeco siempre está ahí: colgando frente al parabrisas delantero. Del lado de adentro, claro. De espaldas a la calle y mostrándole a todos los pasajeros la camiseta del club de sus amores, el de la calle Frugoni.

El viaje siempre es agradable. Aunque no sea un lunes a medianoche con pocos pasajeros. Aunque sea un caluroso viernes de verano a las cinco de la tarde con gente hasta la manija. Aunque llueva, esté lleno y la humedad reinante sea detestable.

El viaje siempre es agradable. Con el corazón contento y el pecho henchido, feliz de estar viajando otra vez en el mejor ómnibus de toda la ciudad. El 561. El Cutcsa welcomense.

(*) En 2016, al menos, el coche pasó a ser el 510.


martes, 20 de agosto de 2013

Espartaco



Los romanos se asustaron bastante. Tracia es una región de la península balcánica, cerca de donde Europa se afina y termina en Estambul y apenas cruzando el mar sigue Estambul y empieza Asia.

En el año 113 antes de nuestra era, en esa zona, capaz que en la localidad de Sandanski, no está claro el dato, nació un niño y su familia se puso a llorar. Era lo que se estilaba por ahí por entonces. Lloraban a los recién nacidos por todo lo que iban a sufrir en vida; y no se equivocaban. Mucho menos en este caso, ya que ese niño tiempo después pasó a ser esclavo romano. Lo destinaron a trabajar en unas canteras de yeso, dónde su gran fuerza física hizo que un mercader se fijara en él y lo comprara para convertirlo en gladiador.

Estando en la escuela de gladiadores ideó una fuga con otros compañeros. Se escaparon 74 y aquel joven tracio fue uno de los cabecillas. Se refugiaron en el monte Vesubio, donde fueron haciéndose cada vez más fuertes, mediante asaltos a convoys que transitaban la zona y ataques a pequeñas localidades cercanas.

El hecho se difundió por la región y como consecuencia de esto sus filas continuaron engrosándose con otros esclavos que escapaban de sus amos. Con el fin de liquidar el foco revoltoso Roma envió una pequeña fuerza militar, pero la derrota fue absoluta.
A medida que iba transcurriendo el tiempo el grupo rebelde aumentaba de número y en potencia de combate. Roma empezó a ponerse nerviosa. Entonces fueron destinados 3.000 soldados a terminar con la revuelta, pero la derrota volvió a ser para las tropas imperiales. Volvieron a intentarlo y otra vez derrota.

Pronto el levantamiento se extendió a todo el sur de Italia. Los rebeldes conquistaron y saquearon varias ciudades. Se calcula que por entonces el ejército rebelde contaba con 70.000 hombres. Roma, estaba más que preocupada.

Siguieron los éxitos y comenzaron las divisiones. Un grupo numeroso se separó y terminó siendo aniquilado por las tropas romanas. El joven líder tracio enfiló con sus hombres hacia el norte, hacia los Alpes, presumiblemente con la idea de atravesarlos y alcanzar la libertad, sabedor que un grupo de esclavos, por más valiente y numeroso que fuera, no podría combatir eternamente con éxito ante el ejército que dominaba Europa.

Las victorias siguieron y los esclavos llegaron a los Alpes, pero dieron marcha atrás. Derrotar definitivamente a Roma era demasiado tentador y hacia ahí enfilaron. Sin embargo, poco tiempo después decidieron seguir hacia el sur para cruzar a Sicilia y establecer en esa isla un reducto inexpugnable.

Las batalles se sucedieron y el imperio romano tuvo que recurrir a sus tropas en el extranjero. Llegaron 120.000 soldados para terminar con la rebelión que incendiaba la península. La idea de alcanzar Sicilia no pudo ser. Faltaron los barcos pirata que se preveía. Sin posibilidad de escape cercano los rebeldes volvieron a avanzar. Se dividieron. Abandonar la península por mar era imposible. Las tropas romanas los rodeaban.

En el año menos 71, dos años después de iniciada la revuelta, tuvo lugar la última batalla. Fue en Apulia, por el tacón de la bota itálica. Antes que comenzara el joven tracio se bajó de su caballo y lo mató, demostrando así su intención de pelear cuerpo a cuerpo junto a sus compañeros. Dicen que dijo: "La batalla me dará bastantes caballos de entre los enemigos, y si soy derrotado, ya no necesitaré".

Y no necesitó. Él fue uno de los 60.000 esclavos que murieron en esa batalla, aunque su cuerpo nunca se encontró. Otros 6.000 fueron apresados y como brutal escarmiento y mensaje todos fueron crucificados al costado de uno de los caminos que llegaban a Roma. Cada uno a 10 metros del otro, aproximadamente, durante varios kilómetros. Los últimos rebeldes fueron exterminados en su intento de escapar de la península, camino a los Alpes.

El 18 de abril de 1922, en Moscú, se fundó uno de los clubes más grandes del fútbol ruso. En sus primeros años "el equipo del pueblo" -así se lo conoce- tuvo varios nombres, hasta que en 1935 ó 1936 una de sus principales figuras propuso un nombre que fue definitivo, el de aquel esclavo tracio que hizo temblar de miedo al imperio romano: Spartak, Espartaco en español. Su camiseta, además de ser una de las más laureadas del fútbol ruso, tiene la inmensa dicha de ser roja con una franja horizontal blanca a la altura del pecho.  

miércoles, 10 de julio de 2013

Ámsterdam




La ciudad nació como puerto pesquero en el siglo XII a orillas del río Amstel, del cual se origina su nombre.

La capital de los Países Bajos (más conocidos como Holanda por su región principal) es muy recomendable. Tiene mucho para ver. Por eso miles y miles de turistas la visitan cada año.

Una de las cosas que más se puede ver allí, son bicicletas. Su masividad rompe los ojos. Se dice que hay casi tantas como habitantes -que son 750.000-; al punto que en horas pico es difícil encontrar lugar para estacionarlas.

En el centro histórico se pueden ver las tradicionales casas holandesas: angostas, altas y con amplios ventanales para que entre mucha luz natural. Hermosos canales de agua cortan la zona más antigua de la ciudad. Por ellos se puede transitar e incluso vivir, ya que cada tanto se ve algún barco reconvertido en hogar.

En el casco histórico está el Barrio Rojo. Allí las prostitutas se ofrecen desde sus ventanas y escaparates al mejor postor, iluminadas por las tradicionales luces rojas que dan nombre a la zona.

Otro punto de interés turístico -especialmente entre los jóvenes europeos- son los famosos coffeeshops, tiendas legalmente establecidas donde miles acuden a diario para degustar distintos tipos de marihuana.

La capital del país de los molinos de viento también tiene para ver muchos museos, como el Rijksmuseum, la casa de Rembrandt, el de Van Gogh, el Museo de Cera Madame Tussauds, o la trístemente célebre casa de Ana Frank. A todo esto se puede sumar el Mercado de Flores, con tulipanes de los colores más increíbles. Y en materia deportiva, algún partido del Ayax o de la selección femenina holandesa de hockey sobre césped.

Tiene mucho para ver, Amsterdam. Incluso en el suelo. En sus calles, si uno repara con atención puede apreciar unas pequeñas baldosas metálicas que identifican el servicio de agua potable de la ciudad. Se las reconoce fácilmente porque tienen la primera letra de la palabra “agua” en neerlandés, que se escribe igual que en inglés -water-, o viceversa. La gloriosa W.