martes, 20 de agosto de 2013

Espartaco



Los romanos se asustaron bastante. Tracia es una región de la península balcánica, cerca de donde Europa se afina y termina en Estambul y apenas cruzando el mar sigue Estambul y empieza Asia.

En el año 113 antes de nuestra era, en esa zona, capaz que en la localidad de Sandanski, no está claro el dato, nació un niño y su familia se puso a llorar. Era lo que se estilaba por ahí por entonces. Lloraban a los recién nacidos por todo lo que iban a sufrir en vida; y no se equivocaban. Mucho menos en este caso, ya que ese niño tiempo después pasó a ser esclavo romano. Lo destinaron a trabajar en unas canteras de yeso, dónde su gran fuerza física hizo que un mercader se fijara en él y lo comprara para convertirlo en gladiador.

Estando en la escuela de gladiadores ideó una fuga con otros compañeros. Se escaparon 74 y aquel joven tracio fue uno de los cabecillas. Se refugiaron en el monte Vesubio, donde fueron haciéndose cada vez más fuertes, mediante asaltos a convoys que transitaban la zona y ataques a pequeñas localidades cercanas.

El hecho se difundió por la región y como consecuencia de esto sus filas continuaron engrosándose con otros esclavos que escapaban de sus amos. Con el fin de liquidar el foco revoltoso Roma envió una pequeña fuerza militar, pero la derrota fue absoluta.
A medida que iba transcurriendo el tiempo el grupo rebelde aumentaba de número y en potencia de combate. Roma empezó a ponerse nerviosa. Entonces fueron destinados 3.000 soldados a terminar con la revuelta, pero la derrota volvió a ser para las tropas imperiales. Volvieron a intentarlo y otra vez derrota.

Pronto el levantamiento se extendió a todo el sur de Italia. Los rebeldes conquistaron y saquearon varias ciudades. Se calcula que por entonces el ejército rebelde contaba con 70.000 hombres. Roma, estaba más que preocupada.

Siguieron los éxitos y comenzaron las divisiones. Un grupo numeroso se separó y terminó siendo aniquilado por las tropas romanas. El joven líder tracio enfiló con sus hombres hacia el norte, hacia los Alpes, presumiblemente con la idea de atravesarlos y alcanzar la libertad, sabedor que un grupo de esclavos, por más valiente y numeroso que fuera, no podría combatir eternamente con éxito ante el ejército que dominaba Europa.

Las victorias siguieron y los esclavos llegaron a los Alpes, pero dieron marcha atrás. Derrotar definitivamente a Roma era demasiado tentador y hacia ahí enfilaron. Sin embargo, poco tiempo después decidieron seguir hacia el sur para cruzar a Sicilia y establecer en esa isla un reducto inexpugnable.

Las batalles se sucedieron y el imperio romano tuvo que recurrir a sus tropas en el extranjero. Llegaron 120.000 soldados para terminar con la rebelión que incendiaba la península. La idea de alcanzar Sicilia no pudo ser. Faltaron los barcos pirata que se preveía. Sin posibilidad de escape cercano los rebeldes volvieron a avanzar. Se dividieron. Abandonar la península por mar era imposible. Las tropas romanas los rodeaban.

En el año menos 71, dos años después de iniciada la revuelta, tuvo lugar la última batalla. Fue en Apulia, por el tacón de la bota itálica. Antes que comenzara el joven tracio se bajó de su caballo y lo mató, demostrando así su intención de pelear cuerpo a cuerpo junto a sus compañeros. Dicen que dijo: "La batalla me dará bastantes caballos de entre los enemigos, y si soy derrotado, ya no necesitaré".

Y no necesitó. Él fue uno de los 60.000 esclavos que murieron en esa batalla, aunque su cuerpo nunca se encontró. Otros 6.000 fueron apresados y como brutal escarmiento y mensaje todos fueron crucificados al costado de uno de los caminos que llegaban a Roma. Cada uno a 10 metros del otro, aproximadamente, durante varios kilómetros. Los últimos rebeldes fueron exterminados en su intento de escapar de la península, camino a los Alpes.

El 18 de abril de 1922, en Moscú, se fundó uno de los clubes más grandes del fútbol ruso. En sus primeros años "el equipo del pueblo" -así se lo conoce- tuvo varios nombres, hasta que en 1935 ó 1936 una de sus principales figuras propuso un nombre que fue definitivo, el de aquel esclavo tracio que hizo temblar de miedo al imperio romano: Spartak, Espartaco en español. Su camiseta, además de ser una de las más laureadas del fútbol ruso, tiene la inmensa dicha de ser roja con una franja horizontal blanca a la altura del pecho.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario