Georgie
nació el 9 de marzo de 1985 en una pequeña isla del Caribe
hondureño llamada Roatán. Según
Joyce -su madre-, siempre le gustaron los deportes, especialmente el
fútbol y el básquetbol. No así el beisbol, tan practicado por esos
lares. En particular le gustaba el de la pelota naranja, donde era bien
recibida su gran estatura, pero él arrancó para el de la pecosa.
Su
infancia fue vivida en las polvorientas calles del barrio Coxen Hole,
en un hogar humilde. Desde los 13 años debió combinar deporte y
trabajo, pues tenía que colaborar con la economía familiar. El
sustento principal provenía de su padrastro -Júnior Perdomo-, un
albañil con quien Georgie trabajaba a diario.
Así
fue sacando lomo, a base de trabajo físico, mucha pelotita y comida
abundante. Como buen hijo de las Islas de la Bahía le gustaba comer
iguanas y cangrejos. Su plato preferido, el macoy, incluye iguana,
pollo, cangrejo rojo, banana, leche de coco y arroz.
Como
futbolista se inició en un club barrial, el Santos. Ahí lo vio
alguien del Deportivo Arsenal, un equipo de la segunda división
hondureña y sin estar demasiado convencido decidió probar suerte en
el fútbol profesional. La jugada le salió bien, al punto que pronto
pasó al Deportivo Motagua. El salto fue rápido y grande: de un
humilde club isleño a uno de los cuatro grandes del fútbol
catracho.
Después
vino el sueño de jugar en el extranjero. Primero unos meses en el
Mónaco del fútbol galo y luego un período en el Atlas de
Guadalajara, pero todo se esfumó pronto. Fue a probarse al Rangers
de Escocia y no tuvo suerte. Incluso por el año 2010 se informó que
con su 1,93 de altura sería el próximo centrodelantero del Peñarol
de Montevideo dirigido por Manolo Keosseian, pero finalmente eso
nunca ocurrió.
El
punto más alto de su carrera fue más o menos por aquella época de
equipos extranjeros. Año 2010. Sudáfrica. Ahí más de uno se
enteró de su existencia. La bicolor ocupó el puesto 30 entre 32
selecciones. Sólo un punto producto de un empate con Suiza. Cero gol
a favor. Pero que le quiten lo bailado: Georgie jugó un mundial de
fútbol con la camiseta de Honduras.
Luego
de su corto periplo internacional regresó al fútbol local. Por
estos días continúa su carrera en el Motagua, aunque la afición de
las "águilas azules" no le tiene demasiado aprecio. No así
en las Islas de la Bahía, donde es todo un emblema. Ahí nadie llegó tan
lejos como él: al Motagua, al Mónaco francés, a la bicolor, al
mundial de Sudáfrica. En su tierra Georgie Welcome es un grande.
Acá, Welcome, también.