Fue el
27 de julio de 1993 en Salamanca, como la primera vez. Comenzó
saltando 2,23, después 2,32 y siguió con 2,38. Entonces pidió que
colocaran el listón a 2 metros y 45 centímetros de altura. Nunca
nadie había saltado tanto. Ni siquiera él.
"La
carrera y la batida fueron tremendas", relata el diario español
El País en su crónica. "Se elevó oblicuo a la varilla, dobló
la espalda y tocó el listón con la parte dorsal. Las piernas
pasaron después de un extraordinario golpe de riñones. Aunque la
varilla se tambaleaba, el saltador cubano estaba seguro de que no
caería. Salió como un huracán de la colchoneta y se abrazó con
(su entrenador) Guillermo de la Torre. Acababa de batir el
récord y de recobrar todo el poderío de sus mejores días".
Esa
marca de 2,45 metros continúa vigente casi 21 años después. Le han
estado cerca, a un centímetro, pero todavía resiste el paso de los
saltos ajenos. Es probable que algún día la superen, pero hasta
ahora eso no ha ocurrido.
"Con
toda seguridad no me voy a sentir bien, no lo voy a disfrutar, esa es
la verdad. Pero pasarán los días y volveré a aceptar que los
récords están para batirse", reconoció el propio Javier
Sotomayor hace algunos meses al diario Granma.
Dos
décadas después, el cubano Sotomayor (Matanzas, 1967) sigue siendo
el hombre que se elevó más alto en toda la historia de la
humanidad. No sólo a nivel absoluto, sino también en pista
cubierta, en juveniles y panamericanos. Todos estos listones aún
perduran, insuperables para el resto de los mortales.
Su
primer récord mundial absoluto ocurrió en 1988 en Salamanca
(España) cuando superó por un centímetro la marca capicúa del
sueco Patrik Sjöeberg, al saltar 2,43 metros. Por entonces Sotomayor
tenía 20 años de edad. Cuatro años antes había batido el récord
mundial juvenil con 2,33 metros.
En 1989
mejoró su propia marca al saltar 2,44. Luego sufrió una lesión en
un pie que lo alejó de las pistas por un tiempo. Regresó, al igual
que los triunfos y las medallas. Hasta la marca imbatible. Hasta esa
vez única. Ver para creer. Un hombre que viene corriendo y se eleva
casi dos metros y medio sólo impulsado por su cuerpo.
En el
ocaso de su inigualable carrera la misma se vio manchada por un
antidoping positivo en los Juegos Panamericanos de 1999; fue el
primero. En su orina se encontraron restos de cocaína. Su defensa
dijo que había tomado té de coca para el dolor de estómago. Le
cayeron dos años de suspensión que luego se acortaron la mitad.
Regresó a las pistas y compitió hasta 2001.
Ese
año, el día de su cumpleaños, luego de participar por sexta vez en
un campeonato mundial de atletismo anunció su retiro. Era 13 de
octubre; un buen día para que nazca un campeón.
El salto: https://www.youtube.com/watch?v=rOWoz8u1oMU