Los romanos se asustaron bastante.
Tracia es una región de la península balcánica, cerca de donde
Europa se afina y termina en Estambul y apenas cruzando el mar sigue
Estambul y empieza Asia.
En el año 113 antes de nuestra era, en
esa zona, capaz que en la localidad de Sandanski, no está claro el
dato, nació un niño y su familia se puso a llorar. Era lo que se
estilaba por ahí por entonces. Lloraban a los recién nacidos por
todo lo que iban a sufrir en vida; y no se equivocaban. Mucho menos
en este caso, ya que ese niño tiempo después pasó a ser esclavo
romano. Lo destinaron a trabajar en unas canteras de yeso, dónde su
gran fuerza física hizo que un mercader se fijara en él y lo
comprara para convertirlo en gladiador.
Estando en la escuela de gladiadores
ideó una fuga con otros compañeros. Se escaparon 74 y aquel joven
tracio fue uno de los cabecillas. Se refugiaron en el monte Vesubio,
donde fueron haciéndose cada vez más fuertes, mediante asaltos a
convoys que transitaban la zona y ataques a pequeñas localidades
cercanas.
El hecho se difundió por la región y
como consecuencia de esto sus filas continuaron engrosándose con
otros esclavos que escapaban de sus amos. Con el fin de liquidar el
foco revoltoso Roma envió una pequeña fuerza militar, pero la
derrota fue absoluta.
A medida que iba transcurriendo el
tiempo el grupo rebelde aumentaba de número y en potencia de
combate. Roma empezó a ponerse nerviosa. Entonces fueron
destinados 3.000 soldados a terminar con la revuelta, pero la derrota
volvió a ser para las tropas imperiales. Volvieron a intentarlo y
otra vez derrota.
Pronto el levantamiento se extendió a
todo el sur de Italia. Los rebeldes conquistaron y saquearon varias
ciudades. Se calcula que por entonces el ejército rebelde contaba
con 70.000 hombres. Roma, estaba más que preocupada.
Siguieron los éxitos y comenzaron las
divisiones. Un grupo numeroso se separó y terminó siendo aniquilado
por las tropas romanas. El joven líder tracio enfiló con sus
hombres hacia el norte, hacia los Alpes, presumiblemente con la idea
de atravesarlos y alcanzar la libertad, sabedor que un grupo de
esclavos, por más valiente y numeroso que fuera, no podría combatir
eternamente con éxito ante el ejército que dominaba Europa.
Las victorias siguieron y los esclavos
llegaron a los Alpes, pero dieron marcha atrás. Derrotar
definitivamente a Roma era demasiado tentador y hacia ahí enfilaron.
Sin embargo, poco tiempo después decidieron seguir hacia el sur para
cruzar a Sicilia y establecer en esa isla un reducto inexpugnable.
Las batalles se sucedieron y el imperio
romano tuvo que recurrir a sus tropas en el extranjero. Llegaron
120.000 soldados para terminar con la rebelión que incendiaba la
península. La idea de alcanzar Sicilia no pudo ser. Faltaron los
barcos pirata que se preveía. Sin posibilidad de escape cercano los
rebeldes volvieron a avanzar. Se dividieron. Abandonar la península
por mar era imposible. Las tropas romanas los rodeaban.
En el año menos 71, dos años después
de iniciada la revuelta, tuvo lugar la última batalla. Fue en
Apulia, por el tacón de la bota itálica. Antes que comenzara el
joven tracio se bajó de su caballo y lo mató, demostrando así su
intención de pelear cuerpo a cuerpo junto a sus compañeros. Dicen
que dijo: "La batalla me dará bastantes caballos de entre los
enemigos, y si soy derrotado, ya no necesitaré".
Y no necesitó. Él fue uno de los
60.000 esclavos que murieron en esa batalla, aunque su cuerpo nunca
se encontró. Otros 6.000 fueron apresados y como brutal escarmiento
y mensaje todos fueron crucificados al costado de uno de los caminos
que llegaban a Roma. Cada uno a 10 metros del otro, aproximadamente,
durante varios kilómetros. Los últimos rebeldes fueron exterminados
en su intento de escapar de la península, camino a los Alpes.
El 18 de abril de 1922, en Moscú, se
fundó uno de los clubes más grandes del fútbol ruso. En sus
primeros años "el equipo del pueblo" -así se lo conoce-
tuvo varios nombres, hasta que en 1935 ó 1936 una de sus principales
figuras propuso un nombre que fue definitivo, el de aquel esclavo
tracio que hizo temblar de miedo al imperio romano: Spartak,
Espartaco en español. Su camiseta, además de ser una de las más
laureadas del fútbol ruso, tiene la inmensa dicha de ser roja con
una franja horizontal blanca a la altura del pecho.